A principios de 2016 me ofrecieron trabajar en la
escenografía de la adaptación musical de Don Juan. El proyecto parecía muy interesante, el
escenógrafo era Miguel Brayda. La construcción de la escenografía estaba bajo
el mando de Alba Odeh, una excelente escultora.
La fecha de estreno estaba fijada para septiembre de ese año
y el comienzo de la construcción se fue demorando. En marzo visité la nave en la que Alba y
Carmen Morano, su ayudante, habían empezado a construir algunos elementos en
porexpan y a hacer moldes de silicona para sacar piezas en poliéster. Alba me enseñó los diseños de Brayda y me
explicó por encima los diferentes
escenarios. Me pareció un trabajo precioso y enorme, y me extrañó que a esas alturas estuviesen solo dos personas
trabajando en ello. La razón era simple, aún no tenían el dinero para contratar a mas
escultores. Alba estaba esperando a que
producción le diese luz verde para meter a más gente en el equipo. Mientras
esperaba, realicé un pequeño trabajo para publicidad creando unas mascaras con
pelucas en forma de animales.
Diseños de Miguel Brayda.
Pasó el mes de Abril y por fin en Mayo comencé a trabajar.
Me incorporé al equipo solamente yo.
Había mucho que tallar en porexpan; paredes de piedra de varios
escenarios, algunas esculturas, y la
embocadura principal con mas piedras , ramas y telas todo ello mezclado y entrelazado
en un espectacular diseño de Brayda.
Desde el principio me pareció que hacía falta más gente, se lo comenté a
Alba y ella pensaba lo mismo. estábamos a expensas de que el productor cogiese a más gente para el equipo, pero mientras nos pusimos a tallar.
Poco a poco se fue sumando al equipo más gente, Daniel
González primero a mediados de verano. Cuando
la fecha de entrega se nos echaba encima , llegaron tres escultores mas,
Ramón Llamas, Miguel Piris y David Nahon y. entre todos, con algunos ayudantes
mas, se aceleró el trabajo y se fueron terminando escenografías, aunque la
embocadura principal sufrió un lamentable
retraso.
Fue necesario también realizar varias esculturas de figuras humanas que se tallaron en porexpan para formar parte de los decorados.
Casi terminada ya la
parte corpórea de la escenografía, me pidieron que pintara algunos elementos
para crear la sensación de que se trataba de paredes de piedra. Mientras los actores realizaban ensayos y se
colocaban luces, pinté apresuradamente
los laterales de unas escalinatas móviles. Por desgracia, mas tarde vi que esos elementos tenían bastante más protagonismo en la obra
que muchos otros a los que habíamos
dedicado más tiempo. Este tipo de cosas
ocurren cuando no hay una dirección artística apropiada. Por desgracia
nuestro decorador jefe había fallecido y
nadie de la suficiente experiencia tomó su lugar.
Al final del proyecto se me quedó un sabor agridulce. Por el
camino ocurrieron una serie de desgracias
que entorpecieron gravemente el proceso de construcción de los
decorados. Primero la grave enfermedad
de Miguel Brayda y finalmente su
sorpresivo y trágico fallecimiento.
Poco después el arquitecto técnico abandonó el proyecto. En poco tiempo
nos quedamos sin escenógrafo ni arquitecto y con un jefe de producción que no
había planificado nada y que parecía estar siempre de viaje. Hubo algunos otros contratiempos que no vale
la pena ni mencionar, incluso algún pequeño
accidente de trabajo. Parecía que todas
las desgracias posibles se estaban dando en un mismo proyecto. Aun así el trabajo se terminó.
Los diseños de Brayda eran realmente espectaculares y los escenarios construidos creo que les
hicieron justicia, sobre todo teniendo en cuenta los innumerables contratiempos a los que tuvimos
que hacer frente. Alba, al ser la jefa
del departamento fue la que mas sufrió.
He de reconocer que en mis más de 25 años de trabajo, en
pocos proyectos me han dejado a pagar dinero. Por desgracia este fue uno de
ellos, aunque por suerte para mí fue
poco. Para otros compañeros fue bastante peor.
Imágenes de los decorados montados en el teatro con el
equipo de actopres y bailarines.
Desde el punto artístico el trabajo fue estimulante y muy
atractivo y tuve la suerte de trabajar con algunos profesionales estupendos con
los que nunca había coincidido como Alba, Ramón o David y volver a trabajar con
Miguel con el que no había coincidido desde hacía más de 10 años. Por desgracia la producción, planificación y
organización del proyecto fue bastante deficiente y estaba muy por debajo del
nivel artístico y creativo de los diseños de Miguel Brayda.
La historia de siempre, se nos pidió construir un Mercedes
con el presupuesto de un Ford
Fiesta. Por suerte, el equipo humano era
excelente y la propuesta artística muy atractiva.