Mi primer cortometraje como
director, o más bien como co-director. En realidad se puede decir que salvo
interpretarlo, lo hicimos casi todo entre Adolfo Aliaga y yo. Por aquel
entonces vivía en Los Angeles, en una casa vieja pero grande, con un inmenso
comedor que apenas utilizábamos. Adolfo y yo decidimos hacer un corto
ambientado en el interior de una nave espacial, así que se nos ocurrió
construir el decorado de la estación espacial en el comedor de nuestra casa.
La mayoría de los diseños del interior de la nave los hizo Adofo
Aliaga que para eso estaba estudiando en la escuela de diseño de Pasadena Art
Center.
Yo hice algunas ilustraciones del exterior.
Lo que parecía una locura, y lo era, se tornó en una sorpresa agradable al ver que si pudimos crear con poquísimos medios, una nave espacial en nuestra casa. La única foto que tengo en la que aparezco trabajando en los decorados.
Ni que decir tiene lo alucinados que se quedaban las visitas cuando traspasaban la puerta de entrada y veían a su izquierda la cocina y a la derecha una estación espacial.
Entre Adolfo y yo escribimos el
guión, dirigimos, construimos los decorados,
nos encargamos de la iluminación, cámara, montaje, sonido y efectos
visuales. Tuvimos algunas colaboraciones
, eso sí, pero la mayoría del trabajo lo hicimos nosotros. Adolgo hizo el 3D
digital y creó las pantallas holográficas. Yo, sentado a su lado, empecé a
aprender algo de postproducción digital, especialmente con After Effects.
El corto quedó demasiado largo y con un ritmo excesivamente lento. Era nuestra primera experiencia a ese nivel y resultó muy valiosa y positiva, y aunque tiene más fallos que una escopeta de feria, pero fue una fascinante aventura.
En este enlace podéis ver el corto, dividido en tres partes.